jueves, 25 de abril de 2013

004 2013

Esperaba que volviese,
 como un recuerdo infantil,
reía al evocar todo lo que había,
la botella era ahora
un agujero de gusano
directo al pasado.
Bebía ese whisky Jack
sentado en la cocina,
y lo único que se oía
eran los hielos chocando
contra el vaso.
Era adicto a ese ruído,
y lo sigo siendo,
tan bonito como
cuando sangra un boxeador,
como cuando se estropea
el despertador.

Tosiendo y escupiendo
sangre coagulada,
de esa que se estanca
al fondo a la derecha
de las entrañas.
Estaba presente esa sensación
de estar descalzo
y sin playa,
desnudo y sin ducha,
borracho,
pero no contento,
tímido como una puta que debuta
y llora al preguntar
que cobrar por el servicio.

Total, todo esto ahora me la suda,
importa lo mismo
que las muertes del estrecho.
Sólo son recuerdos mañaneros
de diazepam y aspirina,
cuando la vida era breve
y sudaba oxitocina,
cuando creía que había
amor en cada esquina,
antes de darme cuenta
de que la tierra es redonda
y llena de ruina.

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