martes, 31 de enero de 2012

Punto

Se han abierto las puertas.
Pero las voy a cerrar, afuera los fuelles enrroscados
tratan de avivar las cosas muertas,
los lugares abandonados.
Es algo normal, así que estamos encerrados,
y me imagino que tú eres Nancy y yo Sid,
también cierro las ventanas y los libros
pero abro una botella y una conversación.
Te digo que estás guapa, como una fugitiva, como Bonnie,
como una mamada en un coche, como cuando se estropea el despertador,
como un boxeador sangrando.
Otras veces miento, no ya otras, sino siempre
que sale el sol, y sino sale le amenazo con encender las farolas
o con bajar la persiana para masturbarme y que no me vea.
Rascar las espaldas de la vida no fue un problema nunca,
otros apenas pueden rascarse la cabeza
o des-cantarnos mientras la herrumbre juega a ser sorda.
Se trata de un juego de patio trasero,
y yo te quiero tan pegada a mi
como su sombra al viajero,
nunca fue tan amargo descolgar el teléfono.
Te lo vuelvo a decir, estás guapa como una cerveza fría,
como correrse a la vez las noches de un lunes,
debemos ser fumadores y aspirarnos
hasta que nos hayamos consumido
o hasta que yo deje de ser un limpiabotas o un Dammher.















Cosas viejas

Me late fuerte el corazón, y me palpitan las venas de la polla. Estoy pintando y cuando termine el cuadro me latirán más fuerte. Y suena Hurricane de Bob Dylan, y fumo un cigarro que me encontré en la acera cuando volví de comprar whisky..

Me miro la mano y veo la cicatriz que me hice cuando discutí contigo, le pegué un puñetazo a un cristal y se convirtió en autoscopia negativa. Luego tú te fuiste y yo también me partí. Me di una ducha, no por vanidad, sino porque creí que volverías y te gustaría que estuviese limpio. Pero no has vuelto y me he vuelto a ensuciar de ceniza el corazón. Quién me iba a decir que un segundo era tan jodidamente lento en el devenir de las circunstancias, y que los sudores fríos te empapan hasta el alma.

El perro me mira y tarareo la música mientras le agarro las patas. Baila conmigo, se sumiso y baila conmigo. Y sale corriendo y me roba un calcetín en el camino. Tengo aquí delante una foto tuya. Ojalá pudiera retener tu alma con una foto, como hacían antes. Guardaría esa foto en mi bolsillo siempre, bien pegada al paquete. O quizá me la graparía en el pecho. Según el dinero que tenga ese día.

Sin título.

 -¿Crees que deberíamos salir de la cueva? Llevamos ya mucho tiempo aquí dentro.

· No lo sé, aquí parece que se está bien. Tenemos un poco de comida y una hoguera, ya sabes que siempre nos entretenemos mirando las paredes y el salto de las ascuas.

-Lo sé, pero a veces pienso que me gustaría ver que hay fuera, conocer gente, pisar una flor, o plantarla, tengo dudas.

·Probablemente si salieses te caerías al suelo.

-¿Por qué?

·Porque afuera hay lobos, y asustan mucho. Una vez salí sin querer y los vi. Me tembló hasta el pelo.

- Pero, ¿eso qué importa?, te recuerdo que aquí tenemos armas y munición, podemos salir y defendernos.

·No te engañes, por muchas balas que tengamos nunca es suficiente. Siempre vendrán más lobos. Afuera necesitaríamos arcángeles cargados con la ira de los que reinan fuera de este mundo. Es muy complicado. Aquí, sin embargo, solo necesitamos dos balas, para cuando se apague el fuego.

lunes, 30 de enero de 2012

Cosas muy viejas.

Salía y saludaba al tipo con corbata posado en el árbol, mientras lo sobrante de la cerveza terminaba de evaporarse de su desgastado cuerpo. Vestido de oso, desnudo debajo, pisando polvo y con una úlcera de pensamientos. Suelta humo, y es como si estuviese encendido por dentro, sus ojos chispean con el roce del sol.

Un vaso es su mano y el orujo es su saliva.No hacen falta cremas ni azucar, ni tintes baratos.
Recuerda a una tipo del espejo que era mucho más guapo. Le envuelve el humo y chocan avispas de envidia contra el cristal.
Un fusco se eleva más alto que Dios, y él tocando el aire y componiendo sonetos húmedos, que son inertes pero saben sentir.

Saluda a las flores, que ya huelen a cobre, el tipo de corbata a caído del árbol, la lluvia ahora vuelve a las nubes grises formadas en su techo, el oso ha vuelto a la cueva y la úlcera se ha vuelto hierro fundido.

El espejo ahora tiene mil caras y las avispas están contando polen, una ola se rompe y forma llameantes lágrimas.

De vuelta con Tanatos.

Dormir, ¿para qué dormir?. Las drogas harán el resto. ¿Vas a venir? No, mejor me quedo en mi casa, prefiero estar en la cama, pero te voy a contar una mentira para que no te enfades conmigo.

Luego llegaste tú de forma suave, entraste acariciando ligeramente, luego sacaste la batería y me diste un concierto de percusión que me costaba creer. Algún hijo de puta me pisaba el pecho, luego me di cuenta que era yo mismo. Conseguí vivir una vida en microsueño, en alucinación hipnagógica. Sí, todo se convirtió en una vida fabricada con sentencia. Entonces empezó, tú subiste en mi carro y la apariencia de los límites del mundo se volvió un mar podrido, un mar que brillaba mientras las olas verdes caían a la tierra. Tengo dudas, si la acción era un sinónimo de vida, ¿por qué te convertirse en Tanatos? No tenía sentido. Volviste a la batería, y de verdad creía que aquel era el último latido de una existencia carente de sentido. Todo podía acabar, y acabo con la muerte en mis rodillas.

¿Y sabéis lo mejor? Que era un tren que paraba en cuando yo tocase un botón, una línea de muchas paradas. Y no quise bajarme en ninguna.

viernes, 27 de enero de 2012

Entre catenarias

Antes me gustaba andar por las vías. Encendía un cigarro, escupía en el suelo e iba por la linde hasta que me apeteciese o hasta que ya no podía pensar más. Me gustaba pensar sobre las vías. Siempre veía dos tipos de vías: las primarias y las secundarias. Las primarias son aquellas que albergaban el tránsito principal, los trenes grandes e importantes y las mercancías valiosas. Las secundarias eran iguales que las primarias, la única diferencia existente es que alguien había decidido que eran menos importantes y no podían hacer frente a la demanda de la primaria. Entonces un día me di cuenta que de eso se trataba, de que los hombres estábamos destinados a ser vías secundarias por capricho de los maquinistas.

Y volvi a escupir al suelo.