lunes, 30 de enero de 2012

De vuelta con Tanatos.

Dormir, ¿para qué dormir?. Las drogas harán el resto. ¿Vas a venir? No, mejor me quedo en mi casa, prefiero estar en la cama, pero te voy a contar una mentira para que no te enfades conmigo.

Luego llegaste tú de forma suave, entraste acariciando ligeramente, luego sacaste la batería y me diste un concierto de percusión que me costaba creer. Algún hijo de puta me pisaba el pecho, luego me di cuenta que era yo mismo. Conseguí vivir una vida en microsueño, en alucinación hipnagógica. Sí, todo se convirtió en una vida fabricada con sentencia. Entonces empezó, tú subiste en mi carro y la apariencia de los límites del mundo se volvió un mar podrido, un mar que brillaba mientras las olas verdes caían a la tierra. Tengo dudas, si la acción era un sinónimo de vida, ¿por qué te convertirse en Tanatos? No tenía sentido. Volviste a la batería, y de verdad creía que aquel era el último latido de una existencia carente de sentido. Todo podía acabar, y acabo con la muerte en mis rodillas.

¿Y sabéis lo mejor? Que era un tren que paraba en cuando yo tocase un botón, una línea de muchas paradas. Y no quise bajarme en ninguna.

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