lunes, 24 de junio de 2013

00213

Entre el árbol se cuela el sol, choca un momento sobre sus hojas y muere de forma honorable en mi botella.
Podría morir en mis ojos, pero unas Rayban falsas ocultan mis ojeras y mi vista cansada.
Nací en un descampado al este de Madrid, encima de una piedra llena de cristales y tierra, y allí es donde muero de nuevo al menos una vez a la semana. ¿Cuánto ha pasado ya? Creo que fue en 2003 o 2004. Todo está lleno de cartones de vino amarillentos, pero no parecen muchos, la mayoría están enterrados tras la piedra, probablemente sean petroleo ya. También hay un montón de CDS que alguna vez tuvieron una utilidad, pero que en la estética del lugar cuesta darles un papel.Si fuéramos observadores externos podríamos ver dos polos de una misma realidad que acaba encontrándose cerca de la amígdala colectiva: por una parte tenemos a gente saludable, corriendo y tratando de esquivar a otros que corren, se les ve fatigados, y no es sólo por el ejercicio.

Puedes ver a la misma clase de gente en cualquier bar cualquier lunes. Por otra parte estamos nosotros, sentados en una roca gigante llena de mierda, trasegando hasta que la luz interior se apaga. El alcohol tiene pequeños seres diminutos en su interior que se encargan de apagar las luces del montón de habitaciones que tenemos en el cerebro. Reímos, con el penúltimo trago se apaga la penúltima luz y ya deja de verse el Pandemonium.


Empezamos a sonreir.

jueves, 25 de abril de 2013

004 2013

Esperaba que volviese,
 como un recuerdo infantil,
reía al evocar todo lo que había,
la botella era ahora
un agujero de gusano
directo al pasado.
Bebía ese whisky Jack
sentado en la cocina,
y lo único que se oía
eran los hielos chocando
contra el vaso.
Era adicto a ese ruído,
y lo sigo siendo,
tan bonito como
cuando sangra un boxeador,
como cuando se estropea
el despertador.

Tosiendo y escupiendo
sangre coagulada,
de esa que se estanca
al fondo a la derecha
de las entrañas.
Estaba presente esa sensación
de estar descalzo
y sin playa,
desnudo y sin ducha,
borracho,
pero no contento,
tímido como una puta que debuta
y llora al preguntar
que cobrar por el servicio.

Total, todo esto ahora me la suda,
importa lo mismo
que las muertes del estrecho.
Sólo son recuerdos mañaneros
de diazepam y aspirina,
cuando la vida era breve
y sudaba oxitocina,
cuando creía que había
amor en cada esquina,
antes de darme cuenta
de que la tierra es redonda
y llena de ruina.

martes, 2 de abril de 2013

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Le gustaba ir a alguna ciudad cercana y pasear solo por algun centro comercial. Allí se acercaba a alguna chica sola y caminaba a su lado. Si era una chica guapa le encantaba oler su perfume y que la gente creyese que iba con ella. Por un momento se sentía alguien, por un momento olvidaba su triste vida. A veces incluso se le caían las lágrimas de imaginar como sería su vida junto a ella. Aunque sabía que en el fondo las odiaba porque nunca podría estar con ellas.

viernes, 29 de marzo de 2013

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Salí del bar con la firme idea de cruzar la autopista con los ojos cerrados, y entonces me pediste fuego y hablamos. ¿Por qué me lo pediste a mí? No me salvaste, todo lo contrario.

martes, 12 de marzo de 2013

waty

We aaaaaare the yooouuuuuth. Eso suena mientras me dibujo a mí mismo y prostituyo mis sentidos al lapiz más afilado y la cara más sencilla. Ya no huele a nada y eso que el cenicero está lleno. Creo que voy a pintar un paisaje lleno de rallas, de ti, de botellas de colores cálidos, pintaré anfetamina y un mojito, pintaré una cama sucia llena de sangre y un edredón de Doraemon. Tiraré el dibujo por la ventana y cuando esté en el suelo, a unos 8 o 9 metros, me tiraré de cabeza para poder comerme todo eso, para taparme con ese edredón y para que tú y yo llenemos de verdad esa cama de sangre. Que no quede sobre un puto folio y, sobre todo, que no quede en mi cabeza.

domingo, 17 de febrero de 2013

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Las volutas de humo se funden con los rayos de sol que entran furtivos por los agujeros de la persiana. Giran sobre si mismas para difuminarse y perderse. Caminan invisibles por el techo, esperando algo que las haga caer.

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Papá no está en mi cumpleaños. Mamá se ha vuelto a poner histérica y me ha gritado mientras destrozaba todas mis cosas porque había dejado una toalla sucia en el bidé. Tengo trece años y el hachís me calma a veces. Tengo que ir a descargar cajas mañana, tengo que acostarme pronto. Se me ha caído una botella de agua sobre el MP3 cutre que compré, para el que tuve que ahorrar dos meses, ahora está roto. Un gitano me ha pedido dinero y no se lo he dado, me ha jodido el ojo de un puñetazo, pero sigo teniendo mi dinero. La psicóloga del colegio dice que quiere verme, que algo me pasa. Pasan tres años. La misma psicóloga pregunta a mis compañeros si tengo problemas con las drogas, que si me pasa algo. Todos le mienten y le dicen que no. Es lunes y tengo resaca, tengo Matemáticas a las 8.

domingo, 10 de febrero de 2013

Claustrofobia al fondo a la derecha

La camarera me está enseñando las tetas, pero no me dice nada. He pedido esta libreta para escribir ésto, luego la usaré para pintar. Un poco de anfetamina, resquicios de días que no recuerdo. Se me acerca una chica y me pregunta si estoy escribiendo mis memorias. Es más puta y paleta que la camarera. Sus ojeras me dicen que compartimos el gusto por desvanecer el tabique, eso me gusta en parte, pero se la ve llena de vida, y eso no me atrae nada. Me atrae la belleza triste, las ojeras al fondo de la barra sugiriendo de forma explícita un universo que se ha deshecho por las codiciosas manos del vicio y la autodestrucción.
La atracción que siento a autodestruirme es tan abstracta que en términos de la lógica razonable no tiene sitio en los reinos distrópicos. Me masturbo pensando en un mundo sin leyes, con drogas gratis y conciencias libres, donde el concepto ´te estás echando a perder, con lo que vales´ de la vuelta y sea motivo de elogio. Este concepto está muy relacionado con la moral antítesis del cristianismo, pero aún más con la droga. ¿Cómo vamos a romper los huevos contra la ventana de Dios si no? Motivo suficiente para hacerlo sería salir de la cómoda rutina, esa rutina cálida de mamadas a cinco euros. Más allá, el fin y el medio es descubrir el relativismo que debe (pero no) inundar la conciencia individual y social. Ahora me voy al baño.

sábado, 5 de enero de 2013

The Dark Side Of The Pub

En algunos bares no hay jabón en el dispensador del baño. Tampoco hay papel. A veces ni el váter tiene tapa. La música está muy alta y las luces están bajas. Las personas se amontonan en la barra y se sonríen, muecas falsas de cortesía. Piden copas, es otra ayuda. Si les preguntas te dirán que van a conocer gente, pero sólo se esconden. No tienen que lavarse las manos, ni limpiar sus meados, no tienen que escuchar ni ver que tienen delante. Descansan. Lo único que importa es ser un animal que se arrastra entre pachangueo, alcohol y cocaína.