miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuando sudaba oxitocina.

No me dolió tanto ni ese día
que estaba colocado de setas
y empecé a quemarme la mano
con un cuchillo al rojo.
¿Pensabas que iba
a ser diferente todo?
No ha cambiado nada
desde 2005,
yo sigo siendo el mismo
aunque me intente convencer,
aunque intente cambiar
para complacerte,
pero,
tú,
no puedes entenderlo,
y yo no paro de
preguntarme
por qué.
Creo que ahora soy una persona
más débil.
Tus paredes dactilares
han sido frías
y han helado más mi espesa sangre,
han coagulado mi alma.
Algunas noches llego borracho
e intento hablar contigo,
solo me pasa así,
en los demás momentos me da igual.
A la mañana siguiente entre aspirinas
y diazepam me arrepiento
de intentar martillear
una roca.
 Soy ingenuo y me creí cosas
que resultaron ser mentira,
ya fueran palabras, golpes
o abrazos.
Épocas buenas,
cuando sudaba oxitocina
y la vida era breve,
empeñado en no fallar
cuando andas suspendido
en una cuerda,
amanecer y punto,
y quedarse con los malos,
que los buenos aburrieron. 

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