viernes, 23 de marzo de 2012

Me gustan los viernes

Tengo un trabajo de mierda,
en mi contrato pone que soy limpiabotas
pero no lo soy
y tengo que madrugar mucho,
recuerdo que Bukowski decía
que nadie podía ser feliz si se levantaba
antes de las doce del mediodía
o algo así.
Pero hoy no está tan mal esto
porque es viernes
y yo terminó y llego a mi casa,
he comprado un litro de cerveza
y son las diez de la mañana,
empiezo a sentirme mejor.
Pienso que debería leer más,
como leía antes,
que caían cuatro o cinco libros
por semana,
fácilmente.
Creo que ya no leo apenas
porque ya no encuentro libros
que me la pongan dura.
Exacto, un libro no me gusta
sino me la pone bien dura
como el ala de un avión.
Recuerdo esos excitantes momentos
cuando me empalmaba leyendo
como Kerouac veía cohetes amarillos,
o cuando Welsh contaba
como un nieto y su abuela
compartían heroína,
o también cuando Ivanovich
perdía su último rublo.
Y lo dicho, hoy es viernes
y no voy a madrugar hasta el lunes,
parece tontería pero para la felicidad
es muy importante no madrugar
y me he dado cuenta ahora.
Podría dejarlo y no supondría ningún problema,
pero ese minisueldo es lo que destino
a alcohol
y no tener eso sería más problema aún.
Me he puesto cachondo y me la saco
para tocarme un rato
y miro horrorizado
que en medio de la polla
me ha salido un lunar rojo enorme,
ayer no lo tenía.
No he ido al médico ni cuando tenía cuarenta
de fiebre y esputaba sangre
pero el lunes iré,
esto es serio.
O no, ahora veremos.

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