miércoles, 28 de marzo de 2012

Café y trankimazín.

Reflejo traumas con seña
de identidad en mi pared,
manchas rojas y potas adornan mi suelo,
miro mi techo y si lloro se parece al cielo
y al infierno más amargo si ya no tengo para beber.
Odio que el tiempo pase tan lento
pero me desespera que se pierda,
es significa que o yo no tengo reflejos
o que la realidad es una quimera,
que el tic tac se clava como agujas en los tímpanos,
deseando que pasen las veinticuatro
con Dioniso y con Thánatos.
Porque tenemos una diatriba
y algunos tememos el dolor pero
ya no se teme tanto a la muerte.
Y como siempre reflejando la misantropía
en cada verso que escribo,
como sino podría seguir soportando el llanto
que empaña con sal las largas tardes
sin tu aliento en mi cuello.
Ya deje de creer en el amor platónico
y en la primera vista de los campos en flor,
cuántas veces te prometieron Salomón
y te dieron cielo negro de dolor.
Yo quiero un cielo rojo lleno de furia
y de pasión, claras noches de luna entrando
por la ventana de mi habitación,
que me gustaba morder tu lengua
y hacerte daño y ahora te tengo a kilómetros
y el daño me lo haces tú.
Noches han pasado a ser soledad con ansiedad
mezcladas con un cafe y un trankimazín
para palidar tu cara y para paliar
el dolor que causa esta ausencia.
Me despierto tres veces cada noche antes
de la definitiva, no sé por qué será,
si es mi móvil con una perdida,
si es que hay algo que me mata como cáncer
de forma lenta
o que escucho tu voz de fantasma
entrar por la ventana.
Dos panes en la repisa y un celo para pegar
los pedazos de este sinsentido que forma
remolinos de ansiedad, un montón de libros
que me enseñaron que la vida
puede ser mucho pero
pero quién coño es cada uno
y como podría controlar el timón
de mi sino.

1 comentario:

  1. La verdad es que hayas podido hacer unas frases tan bien diseñadas teniendo como temática el Trankimazin me asombra. Enhorabuena.

    ResponderEliminar