jueves, 16 de febrero de 2012

pollos

Te dije que estaba harto de tu cara y tú te marchaste llorando y dando un portazo. Y era verdad. Estaba harto de tu cara y de tus costumbres. Déjame en paz, te solía decir.

Recuerdo un día como hoy. Yo estaba escribiendo y bebiendo montones de cervezas, y fumando montones de cigarros. Yo estaba enfermo. Llegaste y me viste tirado sobre el teclado, mirando a la pantalla como si fuera el vacío de un alma que debe ser llenada, pero no encuentra como. A mis lados un cenicero empachado y latas de cerveza y una botella de whisky. Te pedí un beso y me escupiste.
No dije nada, sólo cerré la puerta, y no recuerdo realmente si lloré, pero creo que sí. Y seguí. Y me quedé sin tabaco y bajé. Y compré más cerveza.

Escribí algo más y bebí mucho más, y vomité sobre nuestra cama. Después me caí y perdí el conocimiento. Cuando me desperté tú no estabas. Sólo quedaba un agradable olor, la cerveza y una nota que me daba una patada en el culo.

Al día siguiente volviste y te pedí perdón, y me volviste a escupir. Te escupí yo y luego hicimos el amor sobre la mesa de la cocina. Y al terminar te dije que te fueras y no volvieras. Que estaba harto de tu cara.

Y ahora te echo mucho de menos.

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